Las actividades de aprendizaje: una oportunidad para repensar la realidad
Sin poder anticiparnos a los sucesos, desde mediados de marzo tanto profesores como estudiantes de la modalidad presencial, nos vimos impedidos de asistir a clases o incluso de comenzarlas, como es el caso del primer año de las carreras. Ante esta circunstancia, los profesores nos encontramos en la imperiosa necesidad de adaptar nuestras clases a un espacio virtual de enseñanza y aprendizaje. En definitiva, nos vimos en la necesidad de transformarnos, repensarnos, redefinirnos y reinventarnos en nuestro rol.
Es evidente que somos los responsables de la enseñanza, de la orientación académica y metodológica del alumno, de la evaluación de los aprendizajes y de la activación de los procesos de comunicación indispensables para hacer el seguimiento durante todo el proceso de formación.Si bien debemos desempeñar todas nuestras actividades con clara conciencia de que el estudiante no está solo, es fundamental que comprendamos que ocupa un lugar activo en su proceso de aprendizaje ya que es quien construye junto a otros sus conocimientos y debe aprender a tomar decisiones y gestionarse de manera autónoma para lograr un aprendizaje exitoso.
En ese sentido, como docentes debemos orientar permanentemente a nuestros alumnos en el desarrollo de las habilidades y competencias necesarias para el estudio en el marco de esta situación de confinamiento. Una de las formas más efectivas de hacerlo es brindarles actividades de aprendizajes significativas para el proceso de formación. Las actividades hacen las veces de un puente que permite a los estudiantes recorrer, a su propio ritmo, los distintos temas que constituyen el programa. A través de ellas se podrá reflexionar, integrar y transferir los conceptos estudiados a situaciones reales que podrían presentarse en su futuro profesional.
A la hora de diseñar o seleccionar las actividades, éstas deben guardar estrecha relación con las evaluaciones parciales y el examen final; hacerlas preparará a los alumnos para tales instancias. Lo que es clave considerar es que como profesores debemos ir procurando orientar el trabajo de los estudiantes desde una menor a mayor complejidad, para que el proceso de aprendizaje sea gradual e integrador. Es importante hacer referencia a qué temas del programa corresponden e incorporar en su diseño todo tipo de aclaraciones y recomendaciones que sean útiles para que los alumnos saquen un mejor provecho al momento de resolverlas.
En sintonía con los valores de nuestra Universidad, impartir formación universitaria con énfasis en la aplicación del conocimiento –saber y saber hacer-, las situaciones problemáticas son una excelente elección para ofrecer a nuestros estudiantes. Estas situaciones apelan a aquellos aspectos o dimensiones de la compleja realidad que nos comprometen existencialmente en tanto nos provocan un dilema ético, un desmoronamiento de lo conocido hasta el momento, que obturan la posibilidad de pensar a futuro, o que irrumpen en el presente como algo nuevo que desconcierta. Estos aspectos o dimensiones de la realidad se deben considerar en relación con el contexto social, político, económico, cultural, ecológico e institucional. Este contexto funciona como marco general y los define como problemáticos. Por lo tanto, se alude a un aquí y ahora histórico a partir del cual nos resulta relevante.
En estos días, sociólogos y filósofos de todo el mundo advierten sobre el error que implica negar la realidad que nos circunda y continuar como si nada pasara. En esta excepcional coyuntura histórica que nos toca vivir, se vuelve imprescindible incorporarla a nuestra realidad y abordarla desde nuestras disciplinas. Es una excelente oportunidad para comenzar a tejer un entramado en el que aspiremos a profundizar la reciprocidad de los vínculos, reforzando la idea de que quienes compartimos un objetivo en común debemos involucrarnos de una manera activa en los distintos procesos comunitarios y fenómenos colectivos.
¿Cómo podemos pensar las actividades?
Tan importante como el diseño de las actividades y su realización por parte de los estudiantes, es la retroalimentación que éstos reciben del trabajo realizado. Por lo cual destacamos dos grandes tipos, que lejos de ser exhaustivos, pretenden orientar las devoluciones que como docentes realizamos.
Son sumamente valiosas en estas instancias las actividades de autoevaluación, es decir que ya contienen las respuestas o soluciones posibles como información de retorno significativa, para ejercer y desarrollar la capacidad de autogestión y autorregulación de lo aprendido y que permiten a los alumnos reorientar y reajustar el proceso. Este tipo de devoluciones no consisten necesariamente en darles a los alumnos la respuesta completa, sino también en brindarles orientaciones sobre cómo debería haber resuelto la actividad y algunos lineamientos que les sirvan de parámetros para poder autoevaluar el desarrollo de las respuestas elaboradas.
En el caso de las actividades que requieren corrección por parte de los profesores, aunque sean de entrega optativa, es fundamental realizar una devolución cualitativa en la que se lo aliente al alumno por haber elaborado satisfactoriamente las consignas así como también, en caso contrario, ayudarlo a reconocer aquellas cuestiones que le faltarían para completar o reformular. De esta manera le damos importancia al trabajo realizado por el estudiante y lo reorientamos en su proceso de aprendizaje, a la vez que nos brinda a nosotros información de retorno sobre cómo atraviesa ese proceso.
Este tipo de devoluciones crean un vínculo más cercano entre el docente y el alumno y permiten destacar sus aciertos en la singularidad de la respuesta, retomar fragmentos para profundizarlos con nuevas preguntas o invitarlos a repensar otras.
Cualquiera sea el tipo de actividades que diseñemos, es clave acompañar a los estudiantes y construir con ellos nuevas preguntas y saberes en conjunto. El desafío es construir actividades significativas que valgan la pena realizar, que interpelen a nuestros alumnos y los ayuden a tomar posiciones y tomar un rol activo y comprometido en su estudio. No tienen que ser muchas, al contrario, mejor que sean pocas pero potentes y movilizadoras. Un verdadero desafío a nuestra tarea docente.
En estos tiempos de aislamiento social, hacer con otro, crear conocimiento con nuestros estudiantes y pensar la situación que vivimos mundialmente es más que necesario. Es una responsabilidad que nos compete especialmente.
Autoras: Mgter. Ma. Eugenia Méjico y Lic. Ma. Belén Santillán Arias – Dirección de Pedagogía – Universidad Blas Pascal.