Estudiar para progresar: la inspiradora historia de Gabriel Díaz
Gabriel Díaz (25) es estudiante de la Lic. en Comunicación Institucional de la Universidad Blas Pascal y está a pasos de alcanzar uno de sus mayores sueños: conseguir el anhelado título universitario. Desde caminar 40 km diarios para ir a la escuela primaria hasta complementar largas jornadas de trabajo con su carrera universitaria, la historia de Gabriel está marcada de esfuerzo y dedicación. “Cada paso significó un montón para mí, sobre todo, porque tuve que abandonar la carrera casi dos años por no tener trabajo. Mis padres son muy humildes y me han ayudado en lo que más pudieron. De hecho, para mi mamá que yo haya llegado hasta este punto es increíble”.
Raíces fuertes y estables
Su historia parte de una familia rural, que vivía en Pozo del Molle, Córdoba, en donde se hacía un gran sacrificio para mandar a los cinco hijos al colegio. “Parte de ese sacrificio estaba ligado a los 40 km de tierra que teníamos que caminar a diario para llegar a la escuela”, explica Gabriel.
El joven estudiante expresa que sus seños fueron esenciales en el camino y siempre lo motivaron a seguir creciendo, “soy bendecido y afortunado por rodearme de gente que me alienta a seguir progresando como persona y profesional. Este no deja de ser el caso de las seños Alicia Della Yana, Graciela Mangiaterra De Cena y Eleonor Varas, personas que con sus dulces y firmes palabras constituyen la base troncal de mis valores”.
Gabriel explica que a sus 15 años se mudó a James Craik por cuestiones laborales paternas, terminado el secundario allí con grandes resultados académicos. “Un día una seño me dijo que a todo el sacrificio de mis padres había que devolverlo con muestras y hechos, que había que ser un buen alumno, que eso llenaría de orgullo a mamá y papá. Desde ahí no paré. He ganado todos y cada uno de los premios que tenía a mi alcance. Tanto en primaria como en secundaria gané el premio al mejor compañero, alumno cooperativista, mejores promedios y he sido abanderado. Como alumno siempre traté de dar lo mejor y como hijo también. Así fue que me gané una beca, por tener el mejor promedio a nivel nacional, que me permitió arrancar casi de manera gratuita en la UBP. Sabía que no iba a ser fácil porque tenía que empezar a trabajar, aun así, no desistí”, manifiesta.
Vida universitaria
Con respecto a la elección de la carrera, Gabriel explica que su pasión por comunicar fue la brújula que le marcó el camino y un profesor el que le recomendó continuar sus estudios en la Universidad Blas Pascal. “Decidí en primer lugar ver la propuesta por la web y posteriormente viajé a Córdoba Capital para conocer el Campus, quedé encantado”, comenta Gabriel, quien luego se postuló al sistema de becas que ofrece la UBP.
“Cuando me llamaron y me dijeron que había accedido lloré mucho. Se me estaba abriendo la puerta a la posibilidad más grande que tenía que era estudiar en la tan nombrada Blas Pascal. Fue así que arrancó mi sueño. Creo que la oportunidad de cursar todo el primer año, prácticamente gratis, me dio impulso para no bajar los brazos. Es que era un niño de campo, a veces de pueblo, que siempre las luchó a todas tratando de estudiar en una de las mejores universidades del país”.
De su paso por la universidad, Gabriel destaca dos cosas, “en primer lugar, la enorme cantidad de personas de todo el país con las cuales tuve contacto. Gracias a cada una de ellas fui entendiendo cómo encarar cada parcial o examen final. Creo que nos ayudamos, que uno siempre servía de apoyo para el otro, nunca me sentí sólo. Es hermoso estar hablando con alguien de Tucumán y cruzar mensajes con chicos también de Tierra del Fuego”.
En segundo lugar, resalta la importancia del recorrido académico en su descubrimiento vocacional, “entendí que estaba estudiando la carrera correcta, terminé de asentar mi postura. Creo que amo comunicar. Crear o reformular el canal para que los códigos se entiendan perfectamente. Hacer que el mensaje llegue a quien tenga que llegar, en el momento propicio. Pero también, entendí la razón de otras carreras y fui tomando mucho cariño por ellas. Es que gracias a una carrera tan amplia terminas encariñándote, en mi caso, con las relaciones públicas y el marketing. Aprendí la importancia de su implementación con la comunicación institucional”.
Del tambo a una de las fábricas más grandes
Actualmente, Gabriel se desempeña en una de las procesadoras lácteas más grandes del país y con inmensa llegada a todo el mundo, Saputo o más conocida como “La Paulina”. Comenta que la llegada a la empresa “fue tan emotiva como sacrificada y en un punto de mi vida, que llegue a pensar en cometer uno de los errores más grandes, abandonar la carrera”.
Gabriel explica que en ese entonces hacía dos años que vivía de trabajos ocasionales y no cursaba. “Trabajaba en un tambo y la venía pasando muy mal. Pasaba por un momento económico muy malo y la universidad había pasado
casi a un segundo plano. Y digo casi porque, las ganas de sacar todas esas materias, terminar y recibirme seguían intactas como desde el primer día que arranqué. Y, en definitiva, creo, eso no me hizo bajar jamás los brazos.
No desistí y seguí buscando trabajo. Lleve muchos CV a la fábrica y después de casi dos años de tanto insistir me llamaron. Fue uno de los momentos más lindos que me tocó vivir, porque sabía que iba a poder arrancar a cursar otra vez, y en esta oportunidad, para terminar esta hermosa carrera”, expresa.
En Saputo, Gabriel trabaja en el sector de logística y comenta que “estar ahí es un privilegio. Lo fue y lo va a seguir siendo siempre. No sólo porque no todos tienen la oportunidad, sino también, porque una vez que me reciba estoy seguro que van a premiar mi esfuerzo. De hecho, me lo han dicho. Me encantaría recibirme y que pueda empezar a ocupar un puesto a fin a mi carrera, desempeñar mis tareas en otro sector, donde pueda ejercer de alguna manera, todo esto por lo que me vengo preparando desde hace varios años”.
La importancia de los sueños
Sobre sus tiempos libres, Gabriel relata que le gusta jugar al futbol, salir a correr y alimentarse de la mejor manera posible. Además, explica que ama bailar danza urbana y la música en general, pero, que lo que más adora es pasar sus días en familia. “Mi familia es muy especial para mí. Soy muy familiar y han sido la razón por la cual me despertaba todos los días y no bajaba los brazos. Me han ayudado económicamente, pero me han dado lo que no se puede comprar: cariño y afecto cuando más lo necesitaba”.
Además, resalta que los sueños son esenciales. “Trabajo mucho para lograrlos. Por eso es que cuando los alcanzo los festejo siempre como un logro. Creo mucho en Dios y el universo. Durante mucho tiempo trabajé en el campo, no tenía horarios como ahora ni días libres. Me creaba mis espacios para estudiar. Hacía tambo y desde una habitación en la cual a veces ni siquiera tenía internet entregaba parciales. Viajaba como podía a rendir los finales, a veces entre lágrimas a veces contento. A veces con plata para comer otras sin un peso. A veces pasado de largo a veces después de haber dormido bien. Pero entregaba trabajos cuando los tenía que entregar y estudiaba en tiempo y forma. No soy ningún mago. Es causa y efecto. Pero si luchas por que las cosas salgan bien, en algún momento, vas a ver la luz y de seguro se podrá salir adelante. Solo hay que esperar el momento oportuno”.